Firenze e Lui
Estaba en el aeropuerto a punto de embarcar cuando sentí que alguien me observaba, al voltear vi a un hombre sentado en la sala de espera, tenía unos ojos hermosos y por su forma de vestir seguro era italiano, luego lo perdí de vista hasta que llegué a Ezeiza donde hice trasbordo con destino a la Capital del Arte, Florencia… Ya antes había estado en esa ciudad y me enamoré de ella, cuna del idioma Italiano, destacada ciudad universitaria, que sirvió de escenario a algunos de los grandes del arte, excepcional centro cultural y artístico, visitar Florencia me parece que es sumergirse en un fantástico pasado del cual son protagonistas artistas y genios italianos, pero lo que realmente me hizo volver fue el romanticismo que ahí se respira, a mi parecer es lejos una de las ciudades más románticas que he conocido.
Y bue…a mi lado se sentó el de los ojos hermosos, creo que conversamos durante todo el vuelo…
Después nos reunimos frente al Duomo, era una tarde de primavera, yo llevaba un vestido blanco liviano y un pañuelo al cuello que el viento quería para él, corría una calida brisa , las calles se llenaban de floristas multicolores, no necesitábamos hablar, nos entendíamos perfectamente con solo mirarnos, recuerdo haber visto al David, caminamos por el Pasillo Vasariano hacia el Ponte Vecchio, todo lleno de artistas, pintores, músicos, algunos vendedores ambulantes, actores que interpretaban alguna pequeña escena, las joyerías parecían brillar, en una esquina del puente cuatro jóvenes, vestidos como para una noche de gala, tocaban en violín una suave música que deleitaba a los transeúntes, yo me sentía embriagada, mi corazón latía fuerte, contemplamos el Arno desde el puente y luego me tomó de la mano y me guió hasta la silla de un pintor para que me retratara, mientras él me contemplaba con una mirada que me hacía sentir una de las siete maravillas del mundo, mirada que también logró percibir el pintor que sonreía en actitud de complicidad pronunciando algo en italiano, lo único que entendí; l’amore, l’amore…
Y ahí figuraba yo sintiéndome "la cosa più bella" cuando la auxiliar de vuelos me despertó para ofrecerme un snack…arrrrrgh!!
... Abrí mis ojos y ahí estaba él, comiendo su snack, me miró de reojo y sonrió…
Y bue…a mi lado se sentó el de los ojos hermosos, creo que conversamos durante todo el vuelo…
Después nos reunimos frente al Duomo, era una tarde de primavera, yo llevaba un vestido blanco liviano y un pañuelo al cuello que el viento quería para él, corría una calida brisa , las calles se llenaban de floristas multicolores, no necesitábamos hablar, nos entendíamos perfectamente con solo mirarnos, recuerdo haber visto al David, caminamos por el Pasillo Vasariano hacia el Ponte Vecchio, todo lleno de artistas, pintores, músicos, algunos vendedores ambulantes, actores que interpretaban alguna pequeña escena, las joyerías parecían brillar, en una esquina del puente cuatro jóvenes, vestidos como para una noche de gala, tocaban en violín una suave música que deleitaba a los transeúntes, yo me sentía embriagada, mi corazón latía fuerte, contemplamos el Arno desde el puente y luego me tomó de la mano y me guió hasta la silla de un pintor para que me retratara, mientras él me contemplaba con una mirada que me hacía sentir una de las siete maravillas del mundo, mirada que también logró percibir el pintor que sonreía en actitud de complicidad pronunciando algo en italiano, lo único que entendí; l’amore, l’amore…
Y ahí figuraba yo sintiéndome "la cosa più bella" cuando la auxiliar de vuelos me despertó para ofrecerme un snack…arrrrrgh!!
... Abrí mis ojos y ahí estaba él, comiendo su snack, me miró de reojo y sonrió…