Tuvo que ser pecado...

…a mis estaciones preferidas del año emulaba su perfume, la luz que entraba por la ventana iluminaba su figura y su rostro; del que resaltaban su mirada y su sonrisa, estuvimos largo rato mirándonos sin decir palabras, acariciando nuestras manos, sentía que él sin dar un típico discurso que incluyera frases como “no haré nada que tu no quieras” me daba tiempo para sentirme segura. Sonreía, acariciaba mi cara sin dejar nunca de mirarme, de las veces que se acercó una de ellas fue para decirme muy despacio al oído: tu perfume me encanta, y aunque todo en su actitud me decía que: ”él se las sabía por libro” yo hacía caso omiso y solo me dejaba llevar, su lenguaje corporal comenzaba a causar efecto en mi, en realidad hacía rato de eso, pero las inseguridades comenzaban a esfumarse por la ventana.
Sus manos comenzaron a recorrer mi piel y la expresión facial que acompañaba cada beso decía: quiero más (no sé que expresión habré tenido yo, no me vi la cara por suerte), y sin prisa nos vimos envueltos en un juego de seducción. Cuando la temperatura ambiente de la habitación bordeaba los 99 grados dijo algo que en ese momento no me agrado escuchar; no tengo preservativo! ...(todo mal pensé), yo tampoco tengo, que lastima, parece que hasta acá no más llegamos, dije acariciando su cara, con la seguridad que lo caracterizaba y tratando de no romper el juego dijo; no te preocupes que me puedo contener, tú podrás (pensé un poco molesta) pero antes de que yo alcanzara a decir algo se acercó nuevamente a mi oído y me dijo con tono muy sensual: no podemos dejarlo acá, sería un crimen quedarnos así a media noche, ven hay muchas otras formas yo te voy a enseñar…